Casi simultáneamente, como ocurren tantas
veces las circunstancias imprevistas, puede ser que acaben bajando su trapa dos
locales emblemáticos de Mansilla de las Mulas. De nada parecen haber servido su
rótulo, su larga historia y su solera, a la hora de evitar que caigan bajo el
peso de los acontecimientos o de la terca actualidad. Es decir, bajo el peso de
la persistente crisis o de los desencuentros familiares entre nuevas
generaciones de hosteleros o de las actualizaciones de las rentas antiguas o de
cualquiera que sea el motivo que se los ha llevado por delante o esté a punto
de hacerlo. Lo cierto es que desde finales de 2014 corre el viento de que el céntrico
Bar Mansillés cambia de rumbo o al menos de timón, y desde esa misma fecha ha echado
ya la llave Casa Marcelo, tal vez el establecimiento de la villa con más nombre
fuera de la misma. Sin remedio.
Quede el café Mansillés entre paréntesis, en ese
limbo hostelero en el que aún se mantiene, y hablemos brevemente del que ya
luce el cartel de “se alquila” en sus puertas cerradas: el restaurante Marcelo,
uno de los santuarios gastronómicos de la provincia en otros tiempos,
especialmente conocido por su bacalao al estilo mansillés. Casa Marcelo nació
hace más de medio siglo de la mano, precisamente, de Marcelo Robles y su mujer
Felipa Miguélez, fundadores de la popular casa de comidas allá por el año 1955.
Desde entonces se ganaron buena fama con guisos y potajes, pero sobre todo con
su lograda receta del bacalao al ajoarriero, que aderezaban como nadie hasta
convertirlo en plato perfecto, suculento y solicitado. La leyenda asegura que,
en torno a la feria de San Martín de noviembre, hubo años en los que el comedor
despachaba alrededor de mil comidas en aquellos días feriales. Exagerada o no, así
cimentó una fama culinaria que se mantuvo durante décadas. Pero el inflexible
paso del tiempo, los cambios generacionales, el progresivo deterioro del local
y la aparición de la competencia, en forma de nuevas propuestas más
actualizadas a los tiempos, fueron lentamente dando al traste con el popular
establecimiento. Y ese ha sido el desenlace anunciado. Adiós a un clásico y
adiós al conocido rincón gastronómico ubicado a la entrada de la villa, nada
más cruzar el puente. Casa Marcelo tenía mucha, muchísima historia, y hoy sin
embargo ya es historia.
JVTN