Preámbulo y Alumbramiento

Preámbulo y Alumbramiento



Aquí nace este blog colectivo y abierto. Unos cuantos “atrevidos”, apasionados de la cultura en sentido amplio, lo ponen en marcha simplemente porque sí, porque todo camino empieza con un primer paso y porque alguien debe echar a andar un proyecto, sin más. Pero no se trata de inaugurar algo -que para cortar una cinta sobrarían gerifaltes voluntarios- sino más bien darle un primer empujón y que tenga continuidad. Los colaboradores iniciales quieren sólo promover e impulsar, no capitalizar este espacio. Lo ideal sería que el blog se nutriese con la aportación de muchos entusiastas que tienen algo que mostrar y se deciden a hacerlo, asumiendo y respetando la fórmula, la filosofía y los principios recogidos en el decálogo del blog. Ellos son los invitados a participar, ellos son los elegidos.

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miércoles, 15 de enero de 2014

Majadero

Quizás esta parezca una "biografía irreverente". Es decir: contraria a la reverencia o respeto debidos. Pero no es cierto...
Bernardino M. Hernando, nació en Mansilla de las Mulas, y reside en Madrid. Fue profesor de periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y es autor de numerosos libros de ensayo, narración y poesía. En diciembre de 2006 Bernardino Martínez Hernando donó una gran parte de su colección de libros a la Biblioteca Municipal de Mansilla de las Mulas, que pasó a llamarse Biblioteca "Bernardino M. Hernando", en reconocimiento precisamente a este ilustre mansillés. 

"Biografías", en plural, son las "historias" de la vida de una persona... interpretadas por los otros. Cuando esas historias se van contando por uno mismo, sin pretenderlo, se convierten en una "auto-biografía", inefable para los demás. Excepto para algunos que pasan cerca, muy cerca. Aunque incluso estos últimos (sin darse cuenta) pasan distantes de esas historias inefables. Hasta que llega alguien, o algo, a despertar ese misterio que es un "rato de la vida" de una persona: una "grafía" de su vida entrañable...
Pues bien, Bernardino M. Hernando, antes que profesor, para muchos de mi generación fue “maestro”. Maestro socrático y mayéutico, de la escuela de don Antonio González de Lama, aquel cúmulo de sabiduría y humildad “socrática-aristotélica-platónica” que Bernardino tuvo también de guía.
El que fuera sacerdote es lo de menos. Porque ya en sus tiempos de "maestro" ir vestido de negro no tenía mucha trascendencia para él. Y nos hacía saber que tampoco debía ser importante para nosotros. Le tocó... (nos tocó, mejor dicho, a nosotros..) la inmensa suerte de envenenarnos (meternos en vena) con el bebedizo de la literatura. Y sobre todo de la poesía. Eran los años de los jóvenes inquietos que querían mirar al mundo desde una nueva "CLARABOYA"... Y Bernardino M. Hernando fue uno de ellos. Andaba como un deshollinador (ensotanado) por los tejados de los discípulos, rompiendo las tejas de la pereza. Y retejando los agujeros de la ignorancia, todavía no culpable, de aquellos pobres inocentes. Yo fui uno de ellos. Me tocó beber las pócimas sabrosas que nos servía este "maestro"; y regustar los brindis en párrafos de prosa, de fantasías novelescas, de ensayos, de poemas sin rima (pero con rima interna), de clásicos sonetos, de febriles décimas... y hasta de tercetos encadenados, o simpáticos pareados... Tengo en mi pequeña biblioteca un montón de copas con este rico veneno. Y todas en cristal barato; nada de cristal de bohemia. Colección Austral, Editorial Ramón Sopena... Ya decía el "maestro": "¡¡¡no gastéis dinero en lo superfluo!!!"
Los "chutes" iban casi siempre acompañados de diversión, pues sabíamos de sobra que luego nos llegaría el orujo de las reválidas, al final de los cursos. Bernardino M. Hernando  era un buen camarero, en esto. Lo conocíamos todos, (ahora lo puedo decir sin asomo de revancha, y sin una pizca de falta de respeto) por "el majadero". Ese era el apelativo, inapelable e inmisericorde, que nos aplicaba a todos, en sus clases exigentes, que ahora agradezco. Si lo hacías mal... "no seas majadero"; si lo hacías bien... "espléndido, majadero". Tan sólo merecíamos un silencio cuando la cosa andaba "regular"... Y es que eso era lo peor de todo; porque al "majadero" no le gustaba la tibieza... "por quedar en el medio, te escupo de mi boca"...
De mi "biografía" paralela con Bernardino Martínez Hernando, me quedan muchas cosas buenas. Y mira tú: un recuerdo especial. Tan especial que es el único "poema" mío... (¡¡¡uy, qué atrevimiento, llamar a "esto" poema!!!): una décima, o espinela... a mis quince o dieciséis años. Esta:

"En los brazos de la Madre
está el cadáver del Hijo,
Aquel que a los hombres dijo
los secretos de su Padre.
Deja que el dolor taladre
su deshecho corazón
para apoyar la razón
que trajo a Jesús al mundo;
le causa dolor profundo,
pero sufre con tesón".

(la nota verbal que recibió el niño aprendiz de poeta fue un 8,50... y un ¡¡¡majadero!!!, que supo a bombón)


A. Escalada 

4 comentarios:

  1. Así, con la publicidad del Banco Santander detrás, la foto se da un aire a Botín. Ojo, no confundir: es Bernardino.

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    1. Tiene mirada de dar mucho y pedir poco. Emilio Botín, es lo contrario.

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  2. Esta es la villa de Mansilla que yo recuerdo de la década de los cincuenta. Ahora ya no la recuerdo, no se como estará. Supongo que algo habrá cambiado, pues he cambiado hasta yo mismo. Cierto es que antes existían verdaderos enseñantes, con vocación de sacar adelante una simiente empleada por necesidad en las labores del cando y de la casa, sin tiempo para ir a comer fruta del árbol de la sabiduría y el conocimiento. Eran años difíciles para todos, pero siempre había algún Sócrates y algún otro contemporáneo de la antigüedad que no querían que su conocimiento yaciera con el en la tumba. Y podían vestir sotana o pantalón de pana, pero todos ellos eran iluminados enseñantes.

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