Preámbulo y Alumbramiento

Preámbulo y Alumbramiento



Aquí nace este blog colectivo y abierto. Unos cuantos “atrevidos”, apasionados de la cultura en sentido amplio, lo ponen en marcha simplemente porque sí, porque todo camino empieza con un primer paso y porque alguien debe echar a andar un proyecto, sin más. Pero no se trata de inaugurar algo -que para cortar una cinta sobrarían gerifaltes voluntarios- sino más bien darle un primer empujón y que tenga continuidad. Los colaboradores iniciales quieren sólo promover e impulsar, no capitalizar este espacio. Lo ideal sería que el blog se nutriese con la aportación de muchos entusiastas que tienen algo que mostrar y se deciden a hacerlo, asumiendo y respetando la fórmula, la filosofía y los principios recogidos en el decálogo del blog. Ellos son los invitados a participar, ellos son los elegidos.

Para participar, puedes enviar tu colaboración al correo :
mansillacultura2012@gmail.com

martes, 15 de septiembre de 2015

Hasta aquí

Esto se acaba para UNO. Más de tres años, ni en el paraíso. Después de tres años de Blog, como diría el último replicante de Blade Runner, es hora de morir (metafórica, blogueramente).

Con el paso del tiempo y la certificación del precario éxito y la ficción de esa etiqueta “colectivo”, etcétera, el entusiasmo personal se diluye (vuelve UNO a la película) como lágrimas en la lluvia. Al parecer, bástanos con el facebook para saciar nuestra vena literaria y creativa. Pues sea.

En lo que a UNO respecta, la clave de acceso a mansilla-cultura-dos-mil-doce es ya patrimonio comunal. Si alguien puede y sabe y quiere gestionar este espacio, es suya. En sobre lacrado queda en la Biblioteca, allí donde de alguna manera nació este proyecto.

No volverá UNO a entrar en esta página para subir en ella más contenidos, ni propios ni ajenos, y (por una cuestión puramente sentimentaloide) ni siquiera para verlos.

Suerte y buen futuro. Adiós.
UNO

Taller de pasta de papel

En la Casa de Cultura se celebró un taller de dibujo y manipulación de la pasta de papel, partiendo del reciclado o reutilización de materiales como el papel y el cartón. A partir de esos elementos se generan imágenes que pueden ser construidas o dibujadas por medio de la utilización de dicha pasta de papel.

lunes, 14 de septiembre de 2015

domingo, 13 de septiembre de 2015

Claraboya, una vez más

Interesante Exposición en el Centro leonés de Arte de Avda. Independencia 18, titulada "Claraboya, Diálogo poético y artístico entre generaciones", 1963-1968

sábado, 12 de septiembre de 2015

Las peñas, animadas de verdad


Dando en tontos

Se pregunta siempre un amigo –veterinario, para más señas- que si no estaremos dando en tontos. Así parece ser. Argumentos a favor: cartelones de diseño que anuncian zonas de esparcimiento canino, una ciudad diseñada para los perros en lugar de para personas, “personas humanas” que dirían algunos; tiendas para perros, guarderías para perros, manicura y terapia para perros… gentes que son incapaces de levantarse para pasear o hacer deporte o ir a la montaña, en cambio madrugan más que un barrendero con tal de sacar a su chucho a echar una meadita; nadie lleva a sus bebés, ni sueltos ni atados, a hacer sus necesidades en el parque; los niños tienen que llevar una sillita o un alzador especial para ir en un coche pero los perros pueden ir sueltos sin que la DGT les denuncie, etcétera, etcétera. ¿Tienen más derechos los animales que las personas, estamos dando en tontos o es el mundo al revés?

   

A pillar

Hay una obsesión casi enfermiza en tanta, mucha, demasiada gente por pillar al prójimo en un renuncio, un lapsus, un error. A ver si el otro se ha equivocado, ha metido la pata o ha tenido un despiste y, lo más importante, ¡yo me he dado cuenta, así que a restregarlo! Aunque el fallo sea una chorrada disculpable, o aquello que siempre se dijo de los duendes de la imprenta. Da igual, el orgasmo para muchos se produce sin más con el hallazgo.
 
El narcótico faceebok está repleto de comentarios que lo prueban, pero no sólo. En la calle, en los bares, en la vida diaria: un tipo se excita cuando cree haber cazado una errata en el papel; a otro le emociona ver un número duplicado, un baile de fechas, una pifia en un cartel, un gazapo en un programa. Por lo visto, las equivocaciones de los demás actúan como lubricante para ellos, pobres frígidos. Y si finalmente el descuido no es tan grave o el error ni siquiera es tal error, entonces se produce el gran chasco, el gatillazo, ¡mierda, creía haberle pillado y no es así…! y se les baja de golpe, infelices.

Vale. Allá ellos/as, allá cada cual y sus tiñosos estímulos, no hace falta ser sociólogo ni psiquiatra, basta conocer un poco la comunidad para atreverse a rubricar que el mezquino espíritu de afear y destruir labor ajena no es la senda y que con esa filosofía una sociedad no avanza un ápice y que el pueblo que así reacciona lleva dentro el germen de la autodestrucción.


Vale. Algunos son humanos y yerran. Llegados a este punto, a riesgo de ser pedantes, repetiremos lo que exclamaban los atenienses a la llegada de Pompeyo: “tanto más Dios eres cuanto más hombre te reconoces”. Pues eso.