En
un edificio con solera
que
nació como convento
y
llegó a ser un matadero
ha
nacido la identidad leonesa.
Resguardada
por unas paredes
llenas
de papeles e historias
donde
tras años de soledades
han
resurgido de las cenizas.
Frontón
de pelota en tiempos fue
donde
los recuerdos se remontan
a
una serie de intervalos
con
su riqueza tradicional.
Sus
cuatro mil metros cuadrados
son
restos arqueológicos del pasado
forman
una planta cuadrangular
con
su patio central como antesala.
Planta
baja y dos pisos más
sótano,
almacén y gran vestíbulo
dan
paso a una acogedora estancia
llena
de historias que viajaron.
(…)
Donde
está la voz popular
hay
un Museo lleno de espacios
revestido
con aquello que da
a
la tierra el elixir de su entorno.
Texto:
Manolo Francisco
Fotos:
Toño Ceballos