“El infierno lo inventaron los
ricos; su objetivo era distraer la atención de los pobres para que no pensaran
en sus desgracias presentes. En primer lugar; mediante la amenaza repetida de
que podrían estar mucho peor. Y en segundo lugar; mediante la promesa de que
los obedientes y fieles podrían gozar en la otra vida, en el Reino de Dios, de
todo lo que la riqueza puede comprar en este mundo y más. (…)
Tomados colectivamente, los pobres
son inabarcables. No sólo constituyen la mayoría del planeta, sino que además
están en todas partes y, de alguna manera, el más pequeño de los
acontecimientos remite a ellos. La actividad de los ricos, por consiguiente,
consiste en construir muros: muros de hormigón, de vigilancia electrónica,
barreras de misiles, campos minados, fronteras armadas, desinformación
mediática y, por último, el muro del dinero que separa la especulación
financiera de la producción. Sólo un tres por ciento de la especulación y del
intercambio financiero está relacionado con la producción.”
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