Una
vez más, una imagen (una viñeta, en este caso) vale más que mil palabras.
Parece una exageración el mensaje del dibujo y sin embargo quizá no estemos tan
lejos de verlo: a punto de no saber qué es un artilugio lleno de páginas llenas
de letras y de que el abuelo le tenga que contar al nieto cómo se llama esa
cosa rara llena de signos raros. ¿Llegaremos a eso? Todo se andará. Al tiempo.
En
ese proceso de degradación encontramos una generación de jóvenes inhábiles mirando
una pantalla mientras andan por la calle con sonrisas bobaliconas, escribiendo
con un dedo igual que picotea una gallina, comiéndose letras, abusando de
abreviaturas, destrozando la ortografía… Leer poco y escribir mal. Y vivir en un
mundo facilón de imágenes, redes, mensajes escuetos o powerpoint. Todo ello
produce gente menos brillante, más infantil y superficial, menos capaz y
preparada. No es una opinión pesimista; ya hay estudios que lo demuestran.
La
vida es una pantalla a todas horas: ¿cuándo queda tiempo para lectura, meditación
y charla? ¿dónde están los libros? ¿qué es un libro?
Javier
Cuesta
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