como viejos sones llegan a las casas
y los escucha el fuego.
Absorto en la rutina de los años
el corazón se aturde y se conforma
con no haber perdido todavía la memoria.
¿Por qué no bajan todavía los pastores?
¿Qué ha sucedido hoy que nadie prende
los candiles?
Los ojos quieren encender el fuego
que el viento apaga, torturando la candela,
como si no pudiera con el embate del invierno.”
(...)
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