Preámbulo y Alumbramiento

Preámbulo y Alumbramiento



Aquí nace este blog colectivo y abierto. Unos cuantos “atrevidos”, apasionados de la cultura en sentido amplio, lo ponen en marcha simplemente porque sí, porque todo camino empieza con un primer paso y porque alguien debe echar a andar un proyecto, sin más. Pero no se trata de inaugurar algo -que para cortar una cinta sobrarían gerifaltes voluntarios- sino más bien darle un primer empujón y que tenga continuidad. Los colaboradores iniciales quieren sólo promover e impulsar, no capitalizar este espacio. Lo ideal sería que el blog se nutriese con la aportación de muchos entusiastas que tienen algo que mostrar y se deciden a hacerlo, asumiendo y respetando la fórmula, la filosofía y los principios recogidos en el decálogo del blog. Ellos son los invitados a participar, ellos son los elegidos.

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jueves, 15 de mayo de 2014

La escuela


La escuela de aquellos maestros / de leche en polvo, queso y brasero / contaban con el respeto / de un alumnado que utilizaba / pupitres de buena madera y tinteros / que dejaban su santo en tinta negra.

La plumilla en el tintero espera / que empiece la tarea de la caligrafía / para dar forma a cada letra / juntándolas una a una y darle vida.

Qué recuerdos de aquellos inocentes años / donde el alumno estudiaba con respeto / entre retratos institucionales y la bandera / acariciando las pizarras individuales / que hacían de cuaderno sin hojas / con la tiza como fiel compañera.

Aquellas clases de ciencias naturales / tan magistralmente impartidas / por unos maestros con sapiencia / te enseñaban toda clase de materias.

La enciclopedia que nos acompañaba / tan completa en todas sus páginas / hacia de su lectura un silencio en el aula / cuyo eco captaba el sonido de las palabras / que a los oídos fielmente regalaba / sin pedir a cambio… ni las gracias.

La hora del recreo era bien recibida / lugar donde se perdías esas energías / que acumulabas en las horas de estudio / donde el maestro fue el santo y seña.

Esa escuela que nos dio el saber / para bien encontrar un despejado horizonte / se lleva como agenda de aquellos recuerdos / que fueron la semilla del fruto cosechado / por el manantial continuo y cristalino / reflejado en el caminar… del ser humano.



Texto: Manolo Francisco
Fotos: Toño Ceballos

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