Otra vez el
graffiti, en una calle de León. Pero, ya ves, esta pintada es otra cosa: estos son los hogares de los ricos, y debajo
muchas cruces. Cruces, ataúdes, muerte. Aquí ya hay mucho cabreo, rencor,
incluso venganza. No ya indignación sino emputecimiento.
¡Ojo, cuidado
con ello! Detrás del mensaje directo subyace otro aviso que es todo un recadito:
aquí nunca pasa nada hasta que pasa algo, no saltamos nunca hasta que saltamos
de golpe. Y una pintada puede acabar en revuelta y una revuelta en revolución y
una revolución en otra reconquista, pero esta vez de derechos y libertades
perdidas, conculcadas miserablemente.
Ya un
historiador foráneo (Gerald Brenan) que analizó muy bien nuestro carácter y
nuestros comportamientos como pueblo, advirtió hace casi setenta años que los
españoles tardan en estallar, pero que cuando se levantan tiembla el misterio, lo
llevan todo por delante y no hay quien los pare: ni moros, ni judíos, ni
franceses, ni alemanes… ni los ricos.
Así que está
todo escrito, de una forma u otra, en los libros de Historia o en las paredes,
pero todo está escrito. Y pronosticado.
Javier Cuesta
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