“Uno traga sapos, se deja meter el dedo en el
ojo porque al final tiene que comer” escribe Miguel Sánchez-Ostiz en su libro La Casa del rojo. El cocido es
el cocido, suelo decir yo. Cada uno lo expresa a su manera (él mejor) pero
viene a ser lo mismo. El caso es que hay que aguantar mucho, sobre todo cuando
sabes que dejas en el nido unos polluelos insaciables que al volver te exigen
su cebo, su alpiste, tu jornal. (…)
Esto escribía yo en el año 2009, que ya ha
llovido, y hasta ahí puedo leer. Pero ahora estoy en condiciones de añadir que
la historia, como Borges hace decir a sus personajes, es un círculo y que nada
es que no haya sido y que no será; lo voy comprobando.
JVTN
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