Esta es una singular pareja de indigentes bien conocida en nuestra ciudad, que recorre a diario sus calles llevando en un carrito todo lo que tienen, su capital y sus intereses. A ellos (y a nosotros, a tantos), hay un banco que les acoge, les recibe, les alivia al menos. A ellos (y a nosotros, a tantos) hay otro banco que les ignora, cuando pasan por delante empujando sus “preferentes” en el carro, e incluso se diría que se mofa de ellos (y de nosotros, de tantos) con carteles en sus cristales que exhiben mensajes triunfalistas y ofertas espectaculares y planes estupendos y rostros sonrientes y un futuro feliz.
Hace unos meses circulaba un ingenioso correo por internet en el que se veía a un pordiosero tumbado en el banco de un parque público, con la leyenda: “tu banco y cada vez el de más españoles”. Pues eso. Nada que añadir.
J. Cuesta
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