Hubo tiempos mejores para la cultura en los pueblos y en las ciudades de nuestra tierra, tiempos donde la cultura tenía una relevancia importante a todos los niveles, un legado dejado en el olvido por instituciones y asociaciones diversas que son incapaces de seguir un mínimo de actividades sin la subvención de turno. Cultura enlatada para el ego y el disfrute de unas minorías pseudo-intelectuales de barrigas agradecidas y un intento de “cultura elitista” solo para entendidos; dejando la cultura popular y participativa fuera de los foros, aparcada en la plebe trabajadora y menos culta según sus criterios.
Ahora toca arrimar el hombro para hacer cultura sin costes casi, sin grandes eventos, donde el creativo o creativa en todas las formas posibles, regala un tiempo para compartir, un tiempo para llegar a la emoción en muchos casos… y trabajando por amor al arte, nunca mejor dicho. Es el tiempo del frío y olvido, el tiempo de silencios cómplices en muchos casos, y en otros la crítica a lo mal establecido, cuenta con un rechazo casi general. La norma en cultura es que no hay norma, sin embargo siempre nos quedarán las tradiciones y cultura simple y llana, humilde y sencilla que comparte valores de solidaridad y encuentros llenos de amistad y sentimientos limpios; ahí es donde tenemos que poner toda la creatividad al servicio de una sociedad muy castigada por las diferentes crisis, y que la cultura a todos los niveles ayudará a resolver.
Aquí en nuestro sur de León, con uno de los patrimonios históricos y humanos más ricos en todas las facetas, uno siente que se pueden hacer muchas cosas, compartir tradición y arte contemporáneo… la cultura ayuda a sentir felicidad, y de eso ya nadie habla. En fin, algunos y algunas tenemos la voluntad de hacer cultura sin nada a cambio, es suficiente con ampliar la participación ciudadana para sentirnos todos y todas mejor.
Toño Morala
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