Y también zoco de mercaderías, regateos y tratos, pero –a diferencia de la del pozo- ésta más badulaque al aire libre que lonja de auténticos productos alimentarios. O sea, originariamente del cereal (como atestigua su nombre), después de la huerta y ahora más bien del trapo.
En ella (cada martes) todo colorido, mucho tenderete de hierro y mucho plástico, mercaderes cosmopolitas, género variopinto: chirucas, relojes, bolsos, bragas a granel o camisetas colgadas en sus perchas, bamboleándose en los puestos como si estuvieran ahorcadas. Rebajas sobre las rebajas, baratillos, chandalismo. Si acaso al final, arrinconadas, algunas antigüedades dispersas en el suelo evocan el carácter primario de estos rastros.
Es la otra plaza, es no tanto mercado, es más mercadillo.
J. Cuesta
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