Puede ser
que empeore.
Ahora, llueve.
Ahora, llueve.
Parece vuestro
Dios
muy indignado,
endiabladamente
furioso con los suyos
(¿diré “contra”, mejor?)
Tal Dios tonante
derrama vientos,
agua
maldita, tempestad.
Encima de
su propia imagen de escayola
vierte mares;
piedras
y relámpagos
por sobre sus devotos
negros como
el cielo,
de ceniza turbios,
ruidosos,
travestidos.
Llueve. Llora
Él. Se ve que no le gusta el rito,
la pamplina;
que no le acaba de convencer
la
hipocresía.
Anda vuestro
Dios que echa chispas
estos dies irae y yo
-que no le
reconozco- perfectamente
le
comprendo. Llora y llueve.
Ana Nieto
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