Con tantas celebraciones de
corte moderno, que son buenas y saludables, se nos pasan de largo, a veces,
otras motivaciones antiguas con solera ancestral y cuasi litúrgicas. Es el caso
del domingo último 17 de marzo, que más pendientes del concierto y del rito de
Tinieblas, todo brillante y emotivo, casi nos olvidamos del añorado y siempre
festejado Domingo Tortillero.
El domingo de Lázaro o
Tortillero, se comía la merienda en familia o entre amigos y los niños corrían y se divertían a su manera.
En Mansilla el lugar ideal para compartir las viandas solía ser el plantío
Fuente de los Prados, entre las frondosas choperas, el remanso del río Esla, y
el agua limpia de la fuente.
Es posible que esta sana y
grata tradición, que espero y deseo que
alguien todavía practique, vinculada al domingo de Pasión, se deba a la
proximidad de la primavera y a pasar una grata velada campera en torno a un
sencillo refrigerio.
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