Seamos benévolos. Igual podríamos haber titulado a contrario sensu: “grandes cosas mal hechas”.
También sin pasión uno es capaz de apreciar la Pasión. Y puede ser impactante incluso para un escéptico. A pesar de la distancia digamos emocional respecto al rito, se puede valorar si algo está bien hecho o no tanto. Estamos hablando de la Semana Santa , desde luego. Conviene que el verdadero devoto haga una escapada –por ejemplo- un Viernes Santo a Zamora. Por cotejar, más que nada. Allí todo es recogimiento, silencio, decoro, suavidad, la música es delicada, los tambores no se aporrean, se cuida el recorrido, las calles están limpias y se disimulan los elementos que desentonan, la gente no cruza de un lado a otro cuando desfilan los pasos, no hablan, no gritan, no sueltan a los niños, el vestuario es impecable y la organización y el escenario y la ambientación… Mientras tanto aquí -en León y provincia- hay excesivo ruido, barullo, descuido, interferencias y falta de respeto en torno a esos actos, los más simbólicos de estas fechas, que a veces parecen más bien procesiones de los horrores por tantos aspectos disonantes (calzado, vallas, contenedores, andamios…) Ese es el balance comparativo.
Vayan, a modo de muestra, algunas fotos de Mansilla (en detalle) para saber a qué nos referimos. Eso en cuanto a imágenes; de voces, ruido de coches o móviles sonando, ya ni hablamos.
Jesús Zapatero
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