Las casualidades existen, dijo alguien alguna vez. No sé si es eso, pero últimamente todos los mensajes con los que me encuentro en las paredes hacen referencia siempre al dichoso voto, al devaluado, ineficaz, inservible, superfluo, ridículo, menospreciado, inútil, prescindible voto. Y ya lo ves: tal como está diseñada hoy nuestra democracia, no parece que disfrute de mucho crédito para el que debiera ser su principal depositario: el pueblo. Sí, el pueblo que escribe su sentir en las paredes.
J. Cuesta
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